sábado, 26 de enero de 2013

Educación e Innovación


Podemos dar una definición de educación para la innovación,  y partimos que constituye en principio la creación o adaptación de nuevos conocimientos y su aplicación a un proceso productivo, con repercusión y aceptación en el mercado.
Durante mucho tiempo se pensó que bastaba con una buena base científica para poner en marcha el proceso innovador, que era suficiente formar y preparar investigadores científicos para conseguir la inyección de conocimiento de interés en el ámbito económico. Con el tiempo se ha ido demostrando que esto no es del todo cierto, pues existen ejemplos que dan cuenta de innovaciones surgidas desde las empresas, en centros tecnológicos, a partir de demandas de los consumidores, debidas a los propios trabajadores, etc.
Hemos descubierto con el paso del tiempo el valor de la invención, ya que la misma la hemos usados de manera masiva y coordinada en la sociedad moderna. Pero la Invención que necesitamos hoy es bien distinta de la que caracterizó los desarrollos tecnológicos del pasado. El tipo y uso de la creatividad durante la primera y segunda revolución industrial se diferencia enormemente del sentido que se le atribuye actualmente. Durante la primera revolución industrial la invención era de tipo individual y espontánea, aunque se transfería a través de canales sociales. En la segunda revolución industrial se produce un gran impulso, aglutinante y fecundo, de este tipo de invención. Es a partir de la segunda guerra mundial cuando surge una invención de tipo colectivo, basada en la colaboración, es decir, lo que podríamos llamar una “invención organizada”.
Una definición de “invención organizada” es aquella que permite incorporar y encauzar los impulsos individuales e incrementar el rendimiento que de ella se esperan. Estos procesos se deben al aumento de la variedad y complejidad de los obstáculos planteados, que están cada vez más interconectados y exigen respuestas también más integradas. La educación actual debe necesariamente contemplar ese proceso de innovación. Un elemento tan importante con es “la innovación organizada”, de la que en gran medida depende la capacidad de innovación, debe ser tenida en cuenta en cualquier de las planificaciones educativas.
Hoy en día es habitual encontrar una educación tecnológica individualista y que desatiende el aspecto innovador de los individuos, tomando como base del proceso un aprendizaje memorístico y contrario a la innovación. La innovación y la diversidad en la formación de especialistas es además necesaria en la sociedad actual pues ésta requiere cada vez más de “especialistas eventuales”, dado el vertiginoso ritmo del cambio tecnológico actual y la rapidez con la que “envejecen” los contenidos del conocimiento.
La innovación tecnológica es, en definitiva, un acto de creatividad y participación.

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